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Domingo.

No hay forma de que las cosas terminen bien, si consideras que para sacarlo de mi vida tendría que tomar un poco de mi memoria y de lo que soy ahora y tirarlo al basurero, con el riesgo de quedar como queso mordido o como yenga endeble. No hay caso, porque va más allá de poder olvidar o superar cosas, nunca se olvida y la superación es algo que depende del estado de ánimo diario. Creo que ya es algo casi fisiológico, algo que va más allá del corazón, la cabeza o las piernas tiritando, sino todo junto y algo más. Creo que tendría que sacarme el estómago y tirarle todas las miles de mariposas de papel de volantín que tengo dentro en la cara, sacarme un poco los ojos y por sobre todo sacarme la piel, devolverle tantas cosas que nos dijimos sin palabras y que se quedan tatuadas con tinta invisible entre los huesos y la ropa. Tendría que tirarle en la cara todo mi aliento para explicarle que muchos de mis suspiros fueron por él, sacarme los oídos para devolverle sus palabras entrecortadas o los gritos por teléfono. Son cerros de papeles, entre los míos, suyos y nuestros: cuadernos, cartas, fotos, rosas secas, regalos, peluches, helados, caminatas de la mano, pasajes en metro, locuras de noche, escapadas sin permiso, mentiras no piadosas… ¿Cómo devolverme yo? ¿Cómo devolverle mi cama de noche, mi teléfono ahogado, mi ropa mojada, mis ojos llorones, mi pelo perdido, las millones de canciones, un par de sueños quebrados y una niña de sueños?...

Empecemos por devolverte una frase: “no te enamores de mi, cariño”.

3 comentarios:

Yo creo que cuando las cosas llegan a este punto tienen que ver con nada (yo y mi filosofía abismática), y por eso es tan difícil deshacerse de la... ¿nada?

Tú me entiendes. Eso de enamorarse de los sueños, de lo que podrías decirme, del preludio (omitiendo los finales con frases anulantes), del olor de la almohada, de las caminatas solitarias y las risas espasmódicas...

Yo te amo, ¿sirve?

miércoles, marzo 19, 2008 8:57:00 p. m.  

Las millones de canciones...

Es terrible cuando las canciones se manchan con sentimientos y aunque la laves y la laves la mancha siga igual, impávida, igual.

Es terrible cuando algunas cosas cambian y es terrible cuando se quedan igual.


Sufrir es un ejercicio recurrente, pero hay que detenerlo cuando de vez en cuando para dejar de sobrevivir y empezar a vivir.

Yo aprendí algo que me dijo un profesor francés en mi viaje de estudio, en una de esas noches de borrachera: "La vie est trop courte pour s'enmerder".
Al principio no le tomé el peso. Con el pasar del tiempo y de los acontecimientos, me di cuenta que tiene mucha razón, que la vida es corta y, aunque suene hippie, no hay tiempo que perder sufriendo.


Un beso. O dos.

martes, marzo 25, 2008 1:08:00 a. m.  

Uf.
Me acordé de "Algunos hombres buenos" de Los Rodríguez.

(casi siempre Calamaro tiene la culpa)


eso de "hay algunos hombres buenos y pocas mujeres solas..."

martes, marzo 25, 2008 1:11:00 a. m.  

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