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Este es el post número cien. Y es el final de este blog, por demasiados motivos.

Hay historias que se acaban porque tienen que acabarse, o porque simplemente las partes se cansan de seguirle aplicando electroshock al pobre amor que cae a emergencia, así como me explicaban el otro día en un cierto mall con una cierta tipa que cantaba pésimo. Este proceso de agonía en realidad fue super largo, y quizás fui yo misma la que pensó que alguna vez todo iba a volver a ser como antes.

Pero no lo será. Porque las cosas, las personas y las vidas cambian.

Me demoré casi un año en entender que forzar el amor es una estúpidez. Y en el proceso hice pedazos todo lo que encontré para defenderme de la sensación de que la vida se me iba con cada suspiro de desilución que me salía de la boca. Pero la vida no se me acabó, y todo se vuelve a construir de a poco.

La Koté me dijo que crecí, pero yo no lo creo. O quizás si, quien sabe. Pero ahora estoy tranquila, y creo que aquí quedan recuerdos hermosos de sueños bellisimos que me gustaria recordar como una buenísima étapa de mi vida, con una inocencia que no volveré a tener en forma tan completa como la plasmé aquí. Acá se quedan tantas cosas lindas, que espero que alguna vez sirvan tanto para mí como para cualquiera que quiera recordar viejos tiempos. Yo a veces lo hago.


Y para lo que viene...

http://azaharenflores.blogspot.com

Un abrazo, y hasta siempre.

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