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Luna Nueva

Olor a pimienta en la calle, humo, nubes de colores, mucho frío, las 6 de la tarde, la alameda cortada de lado a lado y tú caminando como perdida por la vida, con tu pañuelo de puntos para parecer guerrillera a la moda y tus ojos rojos debajo de tus lentes empañados. Te seguí con la vista, intentando descifrar si en realidad eras tú la que caminaba delante de mis ojos en frente de la universidad de Chile con la misma cara de hace un par de años, con tu caminar inconfundible y tus hombros hacia dentro para verte más pequeña. Cuando aún no me decidía a arriesgarme a hablarte, te vi parar en un kiosko recién abierto después del apocalipsis a comprar chicle de menta y chocolate, mientras mirabas los collares de una señora que corria para defenderse de la posible turba humana que llegaría cuando los carabineros aparecieran.
Y entonces, me miraste con tus ojos aguados y nerviosos, y me sonreíste.
Y ahí supe que realmente te había encontrado.
Y que me había reencontrado a mi después de mucha confusión. Y así, supe que podría volver a escribir.
Gracias por quitarme este miedo angustiante que guardaba dentro mío, por hacerme ver que en realidad no tenía nada más que hacer que mirar hacia adentro. Que no le puedo tener miedo a lo que más me gusta hacer, mala suerte si a alguien no le gusta.
Muchas gracias, memoria.

Y gracias a uds, por no irse nunca a pesar de la inconstantibilidad de estos últimos meses.
Aquí estoy ;D

Mil besos.

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